Tuesday, April 29, 2014

Las favelas de Río siguen siendo muy peligrosas (originalmente publicado en el sitio web de Diálogo)


*Coronel Retirado Fernando Montenegro

Es posible que la elección de Río de Janeiro como escenario de los principales eventos internacionales en los próximos años haya sido precipitada. La realización de eventos de la envergadura de una Copa del Mundo o de una Olimpíada exige mucho más que la construcción de estadios deportivos, la tímida expansión del metro y de algunos ejes de autobuses. La ciudad es la cuna del crimen organizado en Brasil y, hasta la actualidad, ha exportado criminales de alto grado de peligrosidad a otros estados, e incluso hacia otros países. En el mes de mayo, integrantes del Comando Vermelho fueron apresados en Paraguay. Unos días más tarde, un turista alemán fue baleado mientras visitaba el barrio de la Rocinha.

La situación de la seguridad pública en la ciudad, retratada en películas como Ciudad de Dios y Tropa de Elite, entre otras ha mejorado, pero está lejos de ser cómoda. El actual gobierno de Río de Janeiro fue forzado a intensificar sus acciones cuando en el mes de noviembre del 2010 los líderes del Comando Vermelho afrontaron ostensiblemente al poder público.

En dicha oportunidad, más de 20 personas murieron y decenas de vehículos (autobuses y automóviles) fueron incendiados en varios barrios de la ciudad, caracterizando los actos de terrorismo contra la población.

Al cuestionarse su capacidad de garantizar la seguridad de los eventos, y ante las gigantescas inversiones que el estado podría dejar de recibir, se realizó entonces un esfuerzo inédito concentrando policías para que invadieran una región que el poder público abandonó hace décadas. Aunque se haya transmitido en vivo por la televisión la fuga de los traficantes de Vila Cruzeiro al Complejo de Alemão a través de la Serra da Misericórdia, y aunque el área haya sido posteriormente ocupada por el Ejército durante 19 meses, no se puede olvidar que la ciudad posee cientos de estos asentamientos.

Aunque las Unidades de la Policía Pacificadora (UPP) se hayan instalado en algunas de ellas, la aniquilación de las organizaciones criminales como el Comando Vermelho, Terceiro Comando Puro y Amigos dos Amigos está muy lejos de ser una realidad. Las actividades han sido apenas moderadas, es decir, son menos ostensibles. El consumo interno de drogas en las favelas es bastante significativo y garantiza el lucro de los traficantes; además de eso, la gente sigue yendo a comprar drogas en las favelas para consumo propio, o para la reventa.

La ansiedad por promover a la ciudad como un lugar completamente regenerado de la violencia es algo precipitado. Las favelas cariocas han sido presentadas hasta en películas producidas en Hollywood, como Hulk y Rápido y Furioso 5.

Es natural que eso genere curiosidades en los extranjeros. Aprovechando esa premisa, las empresas comenzaron a promover una verdadera “ruleta rusa”, al vender paquetes turísticos que incluyen visitas a las favelas, como si se tratara de una actividad absolutamente segura.

No hace falta hacer investigaciones muy profundas para verificar la fragilidad del sistema de seguridad pública carioca y la enorme exposición que tiene un turista cuando decide andar por la ciudad.

El ataque de los traficantes a la UPP del Complejo de Alemão a finales de mayo provocó el adelanto de un evento deportivo que contaba con la presencia del mismísimo secretario de Seguridad del estado de Río de Janeiro. En el mes de abril, la prensa transmitió violaciones sexuales en vans, el ataque en masa (arrastão) a un colectivo del Corcovado, además de las centenas de delitos que simplemente dejan de ser registrados por la ineficiencia de la Policía Civil para capturar a la demoledora mayoría de los autores de estos crímenes, o por la burocracia de las comisarías de la ciudad.

A esto se le suma el gravísimo problema de las milicias de la ciudad de Río de Janeiro que controlan varias favelas. Están integradas por policías, bomberos, vigilantes, agentes penitenciarios y militares, ya sea fuera de servicio o todavía en actividad. Varios miembros de las milicias viven en las comunidades y cuentan con el respaldo de políticos y líderes comunitarios locales.

Como ya no hay forma de abortar los grandes eventos, resulta imperioso fiscalizar a las empresas que han promovido paseos turísticos irresponsables a lugares que no garantizan la seguridad de los turistas. Cabe recordar que la mayoría de los cariocas que viven en el “asfalto” nunca visitó una favela, por cuestiones de seguridad más que de prejuicio.

*Fernando Montenegro es Coronel Retirado del Ejército brasileño, de Fuerzas Especiales, Comandos y Paracaidista, especialista en Contraterrorismo y dos veces comandante de una Fuerza de Tareas Batallón Valor de Infantería Ligera.

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