La Fuerza de Pacificación fue instituida para garantizar la
ley y el orden en las comunidades o favelas y está formada por un contingente
de hombres y mujeres, constituido por militares del Ejército Brasileño, de la
Policía Militar y de la Policía Civil de Río de Janeiro. Según los registros
policiales, la presencia militar en las áreas de operación resultó en una
notable reducción en los índices de criminalidad.
En el mes de noviembre de 2010, la Fuerza de Pacificación
ocupó un área con un perímetro de 16 km, un terreno sumamente accidentado,
cortado en sentido este-oeste por la Sierra de la Misericordia, y donde se
ajusticiaba a quienes no colaboraban con la Facción Criminal Comando Vermelho. Al
sur de la sierra se encuentra el Complejo do Alemão, y al norte el Complejo
Penha. Se estima que la suma de habitantes de los dos complejos de laberintos
alcanza las 400 mil personas.
Como la ocupación se realizó en estado de normalidad
constitucional, y durante la plena vigencia de los derechos y garantías
individuales, no se autorizó el uso de escuchas telefónicas de ningún tipo. Esa
limitación restringió el uso de la guerra electrónica solo a la supervisión y
escucha de radios tipo “Walkie-talkie” de señal abierta y no cifrada.
Con todo esto, por tratarse de un sistema de comunicaciones
barato de mantener y con una logística bastante simple, el seguimiento a esa
red de comunicaciones resultó ser de gran valor. La práctica de actividades de
comunicación clandestina que realiza el Comando Vermelho en los Complejos de
Alemão y Penha se vale de técnicas, tácticas y procedimientos típicos de la
guerra irregular, hecho que le otorga el matiz de conflicto de guerra
asimétrica, en el corazón de Río de Janeiro.
La finalidad de la guerra electrónica es la de utilizar la
electrónica de manera militar, valiéndose de acciones que reduzcan o eliminen
la eficiencia o el uso del espectro electromagnético, cuando lo utilizan las
fuerzas adversas y que garanticen su eficiencia cuando lo utilizan las fuerzas
amigas.
Ya en las últimas décadas del siglo pasado, las operaciones
de guerra electrónica pasaron a formar parte de las operaciones militares.
Además del acompañamiento especializado de la transmisión de
las señales, que se realizaba cuando le convenía a la Fuerza de Pacificación
del Ejército, también se interfería la red-radio del Comando Vermelho, con el
fin de reducir la capacidad de comando y de control de los líderes a causa de
la debilidad o incluso del silencio total de sus medios de radiocomunicación en
momentos críticos. Por parte de la tropa, no se exploró el envío de mensajes
falsos. Mientras tanto, existen fuertes indicios que permiten llegar a la
conclusión de que en algunas ocasiones, el crimen organizado identificó lo que
podría estar siendo monitoreado y comenzó a transmitir mensajes falsos. En una
de estas transmisiones, por ejemplo, se simulaba estar gestionando el retiro de
un fusil sustraído a la Fuerza de Pacificación. Gracias al control absoluto que
existe sobre el armamento, se verifico rápidamente que el mensaje era falso.
Al comienzo, las actividades de guerra electrónica eran
realizadas por militares especializados que estaban estrechamente vinculados
con la inteligencia. Después de algún tiempo, pasó a haber en la misma
instalación un militar de la tropa, con el fin de dirigir, en tiempo real, a
los militares que se encontraban en el terreno optimizando las acciones. Este
procedimiento generó excelentes resultados, ya que se valía del principio de la
oportunidad, incluso desestimando la evaluación de un analista de inteligencia,
ya que la integración pasaba a vincularse con la inteligencia humana.
Durante los primeros siete meses, no hubo uso de guerra
electrónica porque no había forma de garantizar la seguridad del equipo
disponible. En aquella oportunidad, el lugar de las antenas ocuparía una
extensión de 90 metros en lo alto de la Sierra de la Misericordia. Solo después
de que se adquirieron equipos más compactos fue posible instalarlos sigilosamente
en el interior del área de operaciones en instalaciones ocupadas
permanentemente por las tropas, y el acceso era extremadamente restringido.
Tres equipos fueron instalados para posibilitar una
triangulación y apuntar con precisión los lugares de transmisión. El equipo de
subtenientes y sargentos recopilaba la información y los oficiales analistas
analizaban las grabaciones para presentar las conclusiones que integrarían la
inteligencia de señal.
Vale la pena destacar que la inteligencia de señal solo se
potenció cuando comenzó a utilizarse de forma integrada con las otras fuentes
de inteligencia para reforzar una idea ya investigada, por ejemplo, por la
inteligencia humana, o para abrir un camino para que la inteligencia humana
busque más datos.
El uso de la inteligencia de señales generó los siguientes
resultados:
• La identificación del uso de mensajes clandestinos tipo
BTB (Blind Transmission Broadcasting); normalmente las actividades de la red de
radio se cerraban inmediatamente después de la transmisión de una grabación de
la invasión del Complejo Penha, generalmente alrededor de la medianoche.
• La identificación de las frecuencias usadas por los
vigilantes.
• Análisis de los indicadores utilizados y la respectiva
ubicación.
• Análisis de la jerga y de los mensajes pre-establecidos
que utilizan, con el fin de encubrir las actividades que no se podían
transmitir abiertamente.
• Identificación de la existencia de un controlador y
disciplinado de la rede de transmisión.
• Identificación de los horarios y lugares donde funcionan
los principales puntos de venta de drogas (comienzo de la noche y de la
madrugada).
• Análisis de la existencia de una escala de servicio para
observar el movimiento de la tropa y para el comercio de drogas.
• Identificación de la existencia de un servicio de
preparación y entrega de refrigerios para los vigilantes (llevado a cabo por
los habitantes colaboradores).
• Análisis de la existencia de un sistema de seguridad de
las comunicaciones.
• Identificación de que solo el escalón más bajo de la
jerarquía del tráfico hacía el uso del sistema “Walkie-talkie”.
La integración de las actividades de guerra electrónica, el
número de denuncias y las patrullas camineras (inteligencia humana) fueron las
grandes fuentes de información que colaboraron para la ubicación de los lugares
con más incidencia de ilícitos y para la división de las áreas de operaciones
en colores: verde, amarilla y roja.
Con el fin de incrementar la eficiencia de la tropa en el
terreno, se adquirieron equipos “Walkie-talkie” para los comandantes de
patrulla, con teléfono de oído. Esta radio de fácil adquisición y reposición,
le permitió a la tropa realizar varias detenciones en flagrancia por hacer uso
de la oportunidad.
El uso inédito y pionero de esta práctica amplió la
capacidad de acción de las tropas de infantería en el terreno, optimizó los
análisis de inteligencia y merece un estudio con el fin de identificar las
oportunidades de mejora para futuras operaciones dentro de aglomerados urbanos.
*Fernando Montenegro es Coronel/R1 del Ejército brasileño,
de Fuerzas Especiales, Comandos y Paracaidista, especialista en
Contraterrorismo y dos veces comandante de una Fuerza de Tareas Valor Batallón
de Infantería Leve
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